Empresas socialmente responsables

Columna de Benito Baranda

Para que las sociedades de las oportunidades funcionen, es decir generen un desarrollo integral para los ciudadanos y un progreso con las condiciones lo más justas posibles, es necesario que en el mundo privado, no sólo la “visión y misión” de las empresas integren aspectos fundamentales referidos al respeto al medio ambiente, a las personas y hacia quienes va dirigido el “negocio”, sino que también resulta clave el que quienes lideren estas organizaciones trabajen diariamente por dar consistencia interna y externa a sus comportamientos y decisiones.

¿Cuáles pueden ser algunos de los caminos que nos ayuden a edificar esta “consistencia y coherencia” desde el rol de ejecutivos?, el primero de ellos sin lugar a dudas es el del “sentido” (E. Gendlin), a lo menos me debo responder dos preguntas: ¿qué “sentido” tiene estar donde estoy? Y ¿cómo hago de este “sentido” un ‘sentir colectivo’ en la empresa o área que me toca liderar? Al levantarnos cada mañana las acciones que realizaremos durante el día deberían tener un “horizonte” común, hacia donde ir y desde allí nutrirnos para que al caminar –en especial en los momentos más áridos- no perdamos en rumbo. Quien lidera es necesario que a lo menos en tres ámbitos de la vida vaya logrando cierta coherencia valórica: en su vida personal/familiar, en la vida social amplia, y en la vida laboral; un líder disociado, escindido, puede generar mucho daño a las personas de su entorno, al corazón de su actividad económica y a la misma comunidad humana. Para ello es siempre recomendable la reflexión diaria como decía Sócrates: “una vida no reflexionada no merece la pena de ser vivida”.

En particular el “sentido de mi acción/trabajo”, con cuanta responsabilidad y compromiso lo realizo, depende en parte importante de mi propia personalidad, de cuan madura y preparada esté para conducir, orientar y encaminar a un grupo de personas hacia su realización en este ámbito. Es interesante en esta dirección, y nos puede ayudar mucho para avanzar, el “modelo de los cinco factores” (N. Abarca): estabilidad emocional, extraversión, adaptabilidad, prolijidad y apertura a las experiencias. En el caso de nuestro país podemos identificar las mayores debilidades en cada uno de estos factores, en lo referido a la estabilidad emocional lo que es necesario educar más es el “locus de control interno”, es decir no hacer depender los comportamientos de los controles externos sino que estos surjan cada vez de manera más autónoma y consistente con los valores internos del líder. En la extraversión hay un sin número de elementos que no pueden ser olvidados y que se vinculan a la comunicación (sana, clara, directa y entusiasta) y que hoy en nuestras organizaciones nos “penan” por la inconsistencia de muchos de quienes las lideran. La adaptabilidad es otro de los factores complejos para las organizaciones en Chile, somos muy “llevados de nuestras ideas” creyéndonos frecuentemente iluminados, y destinamos poco tiempo y energía a escuchar y aceptar la visión de los demás. En relación a la prolijidad la mayor barrera es la falta de persistencia y el pesimismo que invade a quienes dirigen grupos de personas, la realidad es la que es y sobre ella hay que trabajar con una buena organización y una alta motivación de logro. Por último el abrirse a nuevas experiencias en todas las áreas, siempre hay algo por conocer, en alguna parte del mundo se fragua diariamente una nueva “experiencia vital” en el ámbito de mi trabajo y debo estar atento a ello, en esto colabora mucho la humildad y la búsqueda de la excelencia “no nos podemos dar por satisfechos”. En esto último es imprescindible el conocer la realidad desde la experiencia propia. Por lo tanto ser responsable desde el mundo de los negocios es un poco más complejo de lo que habitualmente se conversa, discute o escribe, requiere primero de una toma de conciencia personal del “sentido” de mi liderazgo, y esto obliga a un desarrollo interior/exterior de una manera de vincularnos y desarrollarnos coherente. En efecto a la base del auténtico compromiso social está el desarrollo del “sentido de vida” personal y colectivo, es decir la realización de nuestras capacidades y la facilitación para que los demás puedan vivir un proceso similar. Por ello se habla en tantas partes de que la felicidad sí puede ser construida en el ámbito empresarial y social, siempre y cuando ésta esté en el horizonte existencial de quienes las lideran.

 

 

Julio 2012

Benito Baranda, Fundación América Solidaria