Más vale una idea B con un equipo clase A

ventaja pez naranjo

Pasión, carisma, persistencia. No son las elementales ni todas las que se necesita, pero son cualidades que sin duda harán la diferencia a la hora de que el equipo emprendedor necesite levantar capital. Sobre todo cuando se está en medio de un “elevator pitch”[fusion_builder_container hundred_percent=”yes” overflow=”visible”][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=”1_1″ background_position=”left top” background_color=”” border_size=”” border_color=”” border_style=”solid” spacing=”yes” background_image=”” background_repeat=”no-repeat” padding=”” margin_top=”0px” margin_bottom=”0px” class=”” id=”” animation_type=”” animation_speed=”0.3″ animation_direction=”left” hide_on_mobile=”no” center_content=”no” min_height=”none”][1], y entonces en no más de 7 minutos tengan que convencer a los inversores sobre el futuro próspero de su negocio. Porque cuando se proyecta ser una especie de soldado que irá a la guerra ante cualquier adversidad, resulta más sencillo convencer al resto que se soportarán los fracasos y habrá tesón.

Aunque el emprendimiento deber tener un modelo de negocio sólido, que genere confianza en los inversionistas, la clave está en las personas. De esta forma, un proyecto bueno a cargo de un equipo sin ninguna capacidad de convencimiento, es posible que no logre obtener capital, a diferencia de aquellos que reúnen ambas cualidades, y que sin duda, pasan a otra dimensión.

Tanto es así que incluso proyectos, sin ser los mejores, logran mayor éxito que otros debido a que son mejor vendidos. La mayoría no invierte en proyectos sino en personas.

Más vale una idea B con un equipo de clase A, pues la habilidad para articular y vender es sumamente importante, incluso esto se nota porque los inversionistas suelen evaluar más al equipo que al negocio. Es crucial conocer qué tanta información han conseguido, de qué forma han validado su hipótesis y su trabajo, desarrollado una red de contactos y qué experiencia tienen.

Por ello es que el equipo tiene que estar bien armado. Es decir, tener una persona que esté orientado hacia adentro del negocio, otro hacia el escenario externo y uno que los complemente, y posea habilidades para el negocio”. Lo que se aplica, sobre todo, cuando se está en medio del “elevator pitch”, donde se mide, entre otras cosas, cómo entregan el mensaje y, por ende, cómo se han complementado. Es un escenario donde deben idealmente turnarse para hablar sobre lo que cada uno mejor domina, y demostrar que poseen similares valores y comparten visiones y objetivos del negocio.

Lo relevante es que quienes estén al frente de los inversionistas sepan totalmente del negocio, tanto de lo ocurre de forma interna como externa, pues de lo contrario, aclaran los entrevistados, mejor ni vayan a una reunión de esta naturaleza. La persistencia, por otro lado, se puede demostrar a través de breves comentarios sobre experiencia previa, ya sea en emprendimiento de mediana escala o, incluso, pequeños, como la venta de productos entre amigos, por ejemplo. Lo que se busca es dar cuenta de la capacidad de emprender y también de sobreponerse cuando esos intentos no han dado resultados.

 

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[1] El concepto nace con la finalidad de dar nombre a aquel discurso necesario para explicar en forma breve (lo que tarda un viaje en ascensor) todo sobre un negocio, inversionistas, empresarios, accionistas, clientes, etc.

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